Si un lugar encarna la espiritualidad original de Japón es el Kumano Kodo, un conjunto de rutas de peregrinaje que recorren la península de Kii, morada de dioses y lugar sagrado asociado con la adoración de la naturaleza desde tiempos prehistóricos. Consolidado a partir del siglo X, durante mil años gentes de todas las clases sociales, desde campesinos a samuráis e incluso emperadores, han emprendido el peregrinaje por el Kumano Kodo desde Kioto. Estos peregrinos recorrían una red de caminos en pos de los tres Grandes Santuarios: Hongu Taisha, Hayatama Taisha y Nachi Taisha. Estos santuarios sintoístas gradualmente se mezclaron con las tradiciones budistas introducidas desde China y Corea, lo que dio lugar a un sincretismo religioso y cultural forjado por el exuberante entorno natural que los rodea.

Durante el período Meiji, y con la aparición de carreteras, los antiguos caminos cayeron en desuso. A partir de los 90 se recuperaron las sendas y a día de hoy la práctica del trekking y el disfrute de la naturaleza conviven con la peregrinación religiosa.
El Kumano Kodo y el Camino de Santiago en España, las peregrinaciones del sol naciente y poniente, son las únicas rutas de peregrinación declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y ambas se han hermanado aprovechando la celebración del 400 aniversario de las relaciones hispano-niponas (2013-2014).
De las rutas que forman el Kumano Kodo la más popular es la Nakahechi, utilizada por la familia imperial, y a la que decidimos dedicar dos jornadas de caminata, entre Tanabe, en la costa oeste de la península de Kii, y Hongu Taisha, que es el santuario en el mismo corazón de Kumano en donde confluyen todas las rutas.

Antes de proseguir, un consejo. La región del Kumano Kodo dispone de una de las webs de información turística más completa, útil y detallada que hemos visto nunca. Mapas de las rutas, horarios de transporte, reservas de alojamientos… ¡Podréis consultarlo todo!
Desde Koyasan, tomamos un bus en dirección a Tanabe utilizando el Kansai Wakayama Pass (W-Pass). Los monjes del Ekoin nos recomendaron reservar plaza en la estación de autobuses o por teléfono; a nosotros ellos nos hicieron el favor de llamar. Unas 3 horas y media más tarde, cambio de bus incluido, llegamos a la estación de Tanabe.
Tanabe es una ciudad costera sin demasiado interés pero cuenta con un distrito “gourmet” en el que, pese a lo pretencioso que nos sonaba tal denominación, comimos de maravilla, tanto a la hora del almuerzo como de la cena. Es decir, que este día, entre el traslado, el paseo y las comidas, fue de absoluto relax.
Tanabe también cuenta con otro tipo de distrito, digamos “rojo”, bastante animado, lo que no dejó de sorprendernos teniendo en cuenta la poca actividad que vimos durante el día.
Tanabe fue además la primera ciudad costera que visitamos en Japón. Aunque hacía un calor abrasador y era sábado por la tarde, la playa estaba vacía. Para los japoneses parece que la temporada de playa acaba definitivamente el 30 de agosto y ya puede caer el sol a plomo que ni se tumban en la arena ni se bañan… ¡igualito que en España!

El día resplandeciente para nada hacía presagiar la que se avecinaba… Tendríamos que habernos tomado en serio a la viejecita de la oficina de turismo cuando le preguntamos por la previsión del tiempo: tifón (sonrisa, reverencia), tifón (sonrisa, reverencia, mirada feliz). Moraleja: ¡Haz caso siempre a la vieja milenaria!
Nos acostamos temprano con la intención de madrugar y ponernos a caminar pronto. La primera etapa acostumbra a llegar hasta el pueblo de Chikatsuyu y cubre una distancia de unos 13 kilómetros, para lo cual se necesitan entre 5 y 7 horas, tiempo al que nosotros hemos de sumar todas las paradas pertinentes para sacarle fotos a Gizmo.
Por la noche empezó a llover con fuerza pero para cuando nos levantamos había amainado relativamente. No teníamos claro si emprender la marcha o no. Una pareja de norteamericanos que se alojaban en nuestro hotel y que salieron dispuestos a caminar, nos convenció. Si ellos ni se lo pensaban, no íbamos a ser menos.

Tomamos todos el autobús hasta Takijiri-oji, en la confluencia de dos ríos, que marca la entrada a las montañas sagradas y que hoy en día es el punto de partida habitual del trekking. Takijiri-oji es uno de los principales Oji de la región, santuarios secundarios de los grandes santuarios de Kumano que jalonan el camino para proteger y guiar a los peregrinos. En otra época había salones de té y una casa de baños, alojamientos para peregrinos y residencias para sacerdotes y monjes. Durante la edad dorada de las peregrinaciones imperiales, aquí se practicaban ritos de ablución muy severos con agua fría para purificar el cuerpo y el espíritu antes de la adoración. En la actualidad solo queda un pequeño santuario y una torii que marca el inicio del camino. Queremos destacar, por cierto, que todo el camino está perfectamente señalizado.
En una tienda allí mismo compramos provisiones y unas capelinas impermeables que acabarían salvándonos, sobre todo nuestros pasaportes y los pases de transporte, y que también evitaron que Gizmo se mojase. Y todos sabemos lo que pasa cuando un Gizmo se moja…
La caminata empieza fuerte, con una desnivel de 200m en el primer kilómetro, y continua en ascensión hasta el pueblo de Takahara atravesando bosques primigenios y plantados; también se pasa por una serie de grandes rocas que forman cuevas.
El colorido Takahara Kumano-jinja es uno de los edificios más antiguos en este tramo de la ruta y está rodeado de gigantescos alcanforeros. En algunos claros, y también en Takahara, se puede disfrutar de hermosísimas vistas de la cordillera.


En Takahara realizamos la primera parada en una pequeña tienda de comestibles. La lluvia seguía con nosotros y no había manera de librarse de la capelina, así que íbamos mojados y sudados, pero continuamos la ascensión mientras Gizmo protestaba por no poder salir de la mochila y hacerse fotos.
En el siguiente tramo, lo más destacado fueron los restos de la Casa de Té Uwada-jaya. El bosque es precioso y misterioso, con gigantescos árboles centenarios, pero llovía con fuerza y nuestro objetivo se limitaba a cubrir lo más rápido posible la distancia entre los postes que cada 500 metros señalizan el camino.
Para cuando el camino comienza a descender con bastante brusquedad, la lluvia había dado paso a lo que llana y simplemente se considera un tifón y el agua nos llegaba por todos lados. Olvidaos de una saludable caminata a través de verdes y brumosas montañas japonesas gozando de la espiritualidad milenaria y pensad más bien en un descenso entre torrentes de agua y barro que nos cubrían las botas. ¡Menuda escena, en medio del bosque, cansados, furiosos, calados hasta los huesos y maldiciendo nuestra suerte!

Al atisbar la carretera, decidimos esperar el autobús y cubrir así el kilómetro y medio que nos quedaba de etapa. Aquí fue surrealista la señora que nos pidió rellenar una encuesta turística bajo un aguacero tremendo con un paraguas que doblaba el viento y mientras la tinta se corría sobre el papel y el impreso se nos deshacía en las manos. Nos dimos cuenta que los japoneses pueden ser francamente inflexibles: ¡casi daba más miedo la señora que volver al bosque bajo el tifón!
¡Chikatsuyu al fin! Después de la lluvia, los pies empapados, las caídas y un Gizmo aterrorizado dentro de la mochila, el dueño del minshuku fue nuestra salvación (¡estuvimos a punto de darle un besazo al buen hombre!).

Pudimos lavar y secar nuestra ropa y las botas (¡esas botas de Decathlon que se comportaron como unas campeonas!), sacar a Gizmo de su bolsita (eso sí, después de asegurarle que el peligro había pasado y darle una barrita de chocolate) y, apenas una hora más tarde, nos relajábamos en el onsen del minshuku con vistas al río. ¡Que sensación la de meterte en esa bañera caliente tras una ducha fría y poder liberar toda la tensión…. impagable!

Un poco más tarde apareció la pareja de norteamericanos, que se alojaban también en el mismo lugar y, bien entrada la tarde, llegó una pareja de españoles, que habían salido de Osaka esa misma mañana y habían recorrido todo el camino con el tifón…. en su viaje de luna de miel ¡Bravo!
La cena fue deliciosa, de las mejores del viaje sin duda, a base de sashimi y shabu-shabu, en el comedor común del lugar. Lo único preocupante era ver al propietario mirar el rio junto al que está construido el minshuku frunciendo el entrecejo. Con lo cansados que estábamos pensamos que las casas japoneses son básicamente de madera, así que si el río crecía seguro que flotábamos. Nos fuimos a dormir bien pronto.

Al amanecer del día siguiente las lluvias seguían pero la previsión anunciaba que dejaría de llover a media mañana. Renunciamos a realizar la etapa completa (a uno de los dos le supo peor que al otro…) y nos contentamos con caminar los 7 kilómetros entre Hosshinmom-oji y Kumano Hongu Taisha. Se trata de un recorrido de medio día muy fácil, que combina senderos boscosos y caminos pavimentados en villas aisladas en las montañas antes de descender hacia el Gran Santuario. Para llegar hasta el inicio de la etapa tomamos un autobús en Chikatsuyu.

Hosshinmon-oji es conocido como “la puerta al despertar espiritual” y marca la entrada exterior de los recintos sagrados de Hongu Taisha. El sendero entra en el bosque, donde pudimos atestiguar los estragos del tifón del día anterior, y sale por el asentamiento de Fushiogami, con sus numerosas plantaciones de té y campos de terraza. Fushiogami es el lugar donde los peregrinos se arrodillaban y rezaban justo después de vislumbrar por primera vez el Gran Santuario, su meta, en el valle más abajo.

Un desvío conduce a un mirador que ofrece unas espectaculares vistas de Oyonohara, el emplazamiento original del Santuario hasta que una inundación a finales del siglo XIX obligó a reconstruirlo en su ubicación actual. Actualmente Oyonohara es un banco de arena sagrado, cuyo acceso está presidido por una enorme torii de 34 metros de altura, la más grande del mundo.

Desde aquí el camino desciende por el bosque hasta Kumano Hongu Taisha. Una larga escalera de piedra conduce al recinto sagrado, situado en una colina rodeada de gigantescos de cedros y cipreses. El Gran Santuario es un edificio austero, compuesto de pabellones, algunos de los cuales estaban en obras en el momento de la visita. Que nadie espere una catedral exuberante en medio de la montaña; está bien así. Es un sitio tranquilo y la mayoría de la poca gente que había éramos excursionistas.

Sentados bajo la sombra de uno de los árboles centenarios dimos buena cuenta de la lunch-box que nos habían preparado en el minshuku y tras un café que nos supo a gloria continuamos caminando.
Aprovechando el día maravilloso que había quedado, decidimos realizar a pie el camino entre Hongu Taisha y Yunomine, donde estaba nuestro alojamiento.
Se trata de un paseo de casi 4 kilómetros, bastante empinado en la primera parte, es decir, un montón de escalones de piedra resbaladizos por las lluvias pero que nos pareció muy recomendable.



Nos hubiera gustado culminar la jornada con un baño en las aguas sulfurosas (sí, las que huelen a huevos podridos) de Yunomine, el único baño Patrimonio de la Humanidad, pero el tifón lo había dejado hecho polvo y lo estaban reparando. Se trata de una endeble casita de madera que rodea una roca donde se ha excavado la bañera que se llena con la corriente del río. Hay que comprar el turno y se dispone de 30 minutos para disfrutar del lugar entre dos personas… tal vez en el próximo viaje.
Por suerte nuestro minshuku contaba con dos onsen, uno interior y otro ¡exterior! de los que dimos buena cuenta antes y después de otra fabulosa cena, respectivamente.
Estirados en el tatami y oliendo un poco a azufre, tras dos días de caminata y tifón incluido, con Gizmo durmiendo a pierna suelta sobre un cojín, dimos por terminada nuestra aventura en el Kumano Kodo. No sabemos si expiamos alguno de nuestros pecados, ¡pero la experiencia fue memorable!

GIZMO TE CUENTA
Esperaba con ansiedad la llegada a Kumano: los papas me habían dicho que las probabilidades de encontrar Totoros en esa región eran muy altas. Incluso me compré un sombrero de peregrino en Tanabe, para que pareciera que meditaba y me purificaba mientras caminaba, aunque en realidad pensaba estar alerta por si atisbaba señales totóricas.
Chispeaba cuando empezamos a caminar, y eso es algo que odio porque hace que se me rice el pelito y los papas me dicen que parezco una pelusa gigante con orejitas. ¡Pero eso no fue nada comparado con el tifón que nos cayó encima en medio de la montaña!
Yo soy muy valiente y me puse al frente de la expedición, apartando la maleza con mi machete, guiando a los papas para
que no se perdieran; salvé al papa Javi de morir ahogado tirando fuerte de él cuando se cayó al río, y también salvé al papa Carlos cuando salté rápido para apartar unas rocas que estaban a punto de desprenderse y evité que lo aplastaran. Yo acabé magullado pero no importa: ¡había salvado a los papas!
Y encima luego van y se confabulan para decir que cuando cayó la primera gota me metieron en la bolsa de viajar porque me puse como loco, que no me sacaron de allí hasta que estuvimos sanos y salvos y que tuvieron que calmarme a base de dulces y masajes en las orejitas y en los piececitos. ¡Desagradecidos!
¿Encontrar sólo Totoros? Por favor, con lo exuberante de la naturaleza me extraña que no os haya asaltado en el camino la princesa Mononoke montada en un lobo… La escena de la señora y el cuestionario es, en dos palabras: IM-PAGABLE.
Ahora nos reímos recordando la anécdota, pero cuando nos pasó…
Hola, gracias por el relato. Probablemente haga parte del Kumano Kodo como vosotros, por eso tengo una pregunta: ¿Qué hicistéis con la mochila grande/equipaje? ¿Dónde la dejásteis? Entiendo que no cargásteis con ella todo el camino.
Muchas gracias!!!
Hola, gracias por el comentario.
Tienes dos opciones.
Nosotros viajamos con maletas grandes y optamos por TA-Q-BIN, para que recogieran nuestras maletas en Kioto y las llevaran a Okayama. En medio, visitamos Koyasan y recorrimos el Kumano Kodo con unas mochilas estándar. El sistema de envíos es fácil y barato, y en tu hotel te ayudarán con los formularios, el pago y la entrega de las maletas. Para nosotros fue una bendición!
Si tus maletas no son muy grandes, puedes optar por dejarlas en las taquillas de la estación de Tanabe, puerta de entrada del Kumano Kodo. Una pareja de españoles que conocimos en la ruta lo hicieron así, y no tuvieron ningún problema.
Recorrer el Kumano Kodo, incluso con el percance del tifón, fue algo único y maravilloso. ¡Espero que lo disfrutes y nos cuentes qué tal! :))
Hola! Tengo entendido que las taquillas de la estación de Tanabe se abren a las 00:00h; por lo que la opción de TA-Q-BIN me ha parecido una buenísima idea (muchas gracias por la info!). Quería preguntarte dónde las envías exactamente; ¿al hotel?, ¿a una oficina en la ciudad de destino?, y si tiene un coste adicional dejarlas durante 2 o 3 días (el tiempo necesario para realizar la ruta). También te quería preguntar sobre el alojamiento en ruta: ¿reservasteis con antelación?, si es así, ¿cómo realizasteis la reserva?, ¿recomendarías algún alojamiento en particular? Gracias por compartir tu experiencia!
hola, disculpa que hayamos tardado en responder, hemos estado de viaje! No sé si aún te será útil la respuesta, pero allá va. Con el TA-Q-BIN dejas las maletas en el hotel de origen y las recoges en el hotel de destino. No tienes que esperar siquiera a que se las lleven, el hotel de origen se encarga de entregarlas. No hay coste adicional, el hotel de destino las guarda hasta que llegues.
Respecto del alojamiento, sí reservamos con antelación. Te recomendamos que consultes nuestro post sobre alojamiento en Japón, y también esta web, que es genial para planificar la visita del Kumano Kodo, incluyendo alojamiento.
Hola! Un pelín tarde, desgraciadamente hace una semana que volvimos de pasar 20 días increíbles en Japón. Gracias por tu respuesta igualmente! El servicio de TA-Q-BIN fue tan fácil de utilizar como dices y al final optamos por ir reservando los alojamientos en Kumano Kodo sobre la marcha y sin problemas. Una experiencia de 4 días de trekking, cocina kaiseki y onsens insuperable!
Hola!
Te escribo porque vamos 4 personas este agosto a Japón y queremos hacer una ruta de Kumano. Tenemos tres días para hacerlo. Nos encantaría dormir en un templo budista (darnos el homenaje) y la otra noche en un sitio barato. ¿Nos recomendarías alguna ruta de tres días?
Muchísimas gracias!!
Hola, voy en Noviembre a Japón y me interesa hacer una parte de la ruta, dedicarle 2-3 días. Por lo que he entendido estuvistéis 2 noches en el pueblo de Chikatsuyu y desde ahí bus + caminatas no?
Gracias.
Hola!
Estuvimos una noche en chikatsuyu y otra en yunomine onsen, no queríamos deshacer lo andado. Pero si queréis hacer base en una de las aldeas, hay buses frecuentes. La ruta dura cuatro días, nosotros caminamos dos días de tanabe a hongu taisha. Vale mucho la pena, espero que lo disfrutéis!
Perdón por contestar tan tarde, no activé lo del aviso de nuevos comentarios.
Pues miraré si es factible adaptar mi ruta al Kumano, 4 días creo que se me escapan.
Gracias!
Hola Gizmos!
Genial post, conciso y detallado a la vez, como nos gusta! 😉
Estoy preparando con mi novio un mesecito de ruta por Japón y las caminatas por el Kumano-Kodo son obligatorias y vuestro post nos ha ayudado a enfocarlo, compartimos visión de viaje 😉
Nos ha surgido una duda, ¿cómo volvisteis desde Yunomime hasta Tanabe?
Nosotros tenemos la intención de volver a Tanabe y de ahí a Osaka para coger un vuelo a las islas de Okinawa.
Muchas gracias de antemano!
Hola, muchas gracias por tu comentario! Para volver a Tanabe, tomamos el autobús de la mañana que recorre la zona. Fue curioso porque coincidimos con todos los chavales de las aldeas que también lo toman para ir a la escuela.